Aunque las novelas eróticas se hayan convertido en un género muy popular en los últimos tiempos (especialmente gracias al auge de la contratación de escorts Valencia), eso no quita que lleven ya muchos años entre nosotros. De hecho, es natural que este tipo de novelas donde los encuentros sexuales estaban a la orden del día hayan conseguido notoriedad en una era con pocos tabúes como la nuestra. A lo largo de la historia de la literatura hemos conocido numerosos ejemplos de novelas que han sido vetadas o censuradas por culpa de su erotismo. Literalmente, eran demasiado picantes para la época, o iban en contra de la moral imperante de los tiempos, que solía ser siempre la cristiana. No pocos autores tuvieron que enfrentarse a dicha censura en algunas de sus obras más populares, empezando por el archiconocido Marqués de Sade, para muchos el padre de la novela erótica con obras como Justine.
Si el hecho de que el encuentro sexual entre dos personajes se describiese con todo lujo de detalles en las páginas de una novela ya era tildado como provocador hasta no hace tanto tiempo, no nos debe extrañar que los tabúes sobre la homosexualidad estuvieran aún más patentes. Cualquier relación entre personajes del mismo sexo quedaba reducida a la amistad, o al deseo reprimido, como mucho. Esto ha cambiado bastante en los últimos tiempos, y por fortuna ya no produce escándalo el leer que dos chicas se enamoran y disfrutan de sus cuerpos en un libro. O que hay un romance entre el protagonista y su amigo, o ese desconocido al que acaba de encontrar. El deseo se entiende como tal, sin ceñirse a géneros ni roles sexuales. Por eso es importante reseñar que hay muy buena literatura erótica centrada en el tema de lesbianismo. Libros tanto actuales como algo más antiguos que demuestran que el deseo entre mujeres siempre ha existido en la buena literatura.